Después de terminar los estudios y convertirse en cabeza de familia, gracias al patrimonio acumulado con donaciones, victorias militares, comercio o un estipendio, o recibido por herencia, ya ganado o heredado, un hombre debe llevar vida de elegante.
Viva donde viva debe hacerlo con elegancia, sea barrio pobre o rico, eso da igual, el hombre debe vivir lo más elegantemente posible.
Se levanta a buenas horas y debe de hacer todos los días sus obligaciones, desde trabajar, estar con sus amigos a estar con sus mujeres en posturas amorosas al final del día.
Además debería promover eventos públicos, excursiones y juegos de sociedad junto a sus amigos y conocidos.
Esta es la vida del hombre elegante, resumida en unos versos:
ni demasiado popular
mantiene la conversación en las tertulias
puede gozar de alta estima entre la gente.
El hombre precavido no debe pisar
una tertulia que todos aborrecen,
entregada a desórdenes,
pues sólo pretende perjudicar a los demás.
El hombre sabio triunfa en el mundo,
si frecuenta una tertulia
que satisface a la gente
y se ocupa simplemente de entretener.